NI ANTONIO, NI MILA, NI MILÁN
Por Mariquilla Laprimera
¡Ay, Antonio, qué bien te lo montas! De modo que ahora eres Milan y con ese nombre pretendes borrar tu pasado agresivo y tormentoso. Los Antonios pegan, las Milan no. Pues hombre, perdón, mujer, qué quieres que te diga…para empezar la falta de acento en tu nuevo nombre siembra la duda, tenías que haberle puesto tilde a la a y llamarte Milán, como las gomas. Si en el Registro han tragado con lo de tu cambio de sexo para el blanqueo de tus delitos con los jueces lo vas a tener más difícil. La Ley Trans, a la que te has agarrado como a un clavo ardiendo, te ha permitido en un pis pas el cambalache del género pero pasar de maltratador a angelito del cielo no se contempla en ninguno de sus artículos. Es más, deja bien clarito lo contrario:
Art.46 Ley Trans: «La rectificación de la mención registral relativa al sexo y, en su caso, el cambio de nombre no alterará el régimen jurídico que fuera aplicable a la persona a los efectos de la Ley de Medidas de Protección Integral contra la violencia de género».
Lo tuyo no cuela, convéncete. El papel del Registro que te convierte en mujer a la carta no te quita el careto de pegón, ni de maltratador, ni de nada de esas cosas repugnantes que les has hecho a Victoria y a Patricia demostradas en el Juzgado.
Y si con los jueces no tienes nada que hacer imagínate cómo te están esperando en el Consejo de Ministros y Ministras, impacientes por que les llegue tu petición de indulto. Ahí sí que ni Mila ni Milán ni Antonio. Claro que, en Escocia, por algo parecido, la que se fue a su casa fue la primera ministra.
Pero estamos en España, se te ha visto el plumero y sigues siendo un maltratador mutado en maltratadora. Deberías preguntarte cómo es posible que con esas piernas que tienes, que parecen dos bombonas de butano, tus mentiras tengan las patas tan cortas. Para colmo eres de Sevilla y no tienes nada que ver con el procés, así que no te ilusiones: vas a seguir siendo un delincuente condenado por malos tratos al que no se le perdonan los pecados ni con un bautizo registrado el Jordán.
Sin embargo y a mi pesar, tengo que reconocer que en tu favor cuentas con la burocracia, esa cosa aburrida y terca que te recuerda siempre la letra pequeña, justo adonde tú querías llegar pues, pese a tu apariencia de armario empotrado, ese papel que te da un nuevo sexo podría permitirte, interpretándolo en su literalidad, cumplir tu condena en un módulo carcelario que no sea de hombres, quizá tampoco de mujeres, posiblemente mixto.
Mira por dónde de algo te va a servir el paripé que has montado haciéndote el listo a base de contorsionar la burocracia, la justicia y el sexo. Pero, entérate, los cuatro años y pico a la sombra que te han caído por agredir a dos mujeres no te los va a quitar nadie. Y sí, he dicho pico, no piquito como te hubiera gustado.
Mariquilla Laprimera se incorpora a Mujeres del Sur y escribe bajo seudónimo su sección «¡Y yo con estos pelos!»