¿LE HAN QUITADO YA EL NOMBRE DE ALFONSO PÉREZ AL ESTADIO DEL GETAFE?
por Mariquilla Laprimera
Están en ello. Desde hace 25 años -por votación popular- el estadio de la localidad madrileña se ha venido llamando «Coliseum Alfonso Pérez» y ahora lo van a dejar en «Coliseum» a secas, seguido del nombre de algún patrocinador que el presidente del club ya tiene apalabrado. Dicen que le quitan lo de «Alfonso Pérez» porque el veterano jugador, pese a ser el que más renombre deportivo le ha dado a Getafe, su pueblo, ha largado muy torpemente sobre las mujeres futbolistas. Pretexto que ha llevado a la alcaldesa, Sara Hernández, «socialista y feminista», a decantarse por aceptar la reiterada demanda del presidente del Club, Ángel Torres, interesado en el cambio de nombre del estadio para obtener ventajas económicas de posibles patrocinios.
Alfonso Pérez estaba más guapo calladito pero, las cosas que pasan cuando uno quiere opinar de todo y la mente no le da para más: al final la caga. Todo fue a raíz de una entrevista que el veterano futbolista le concedió hace unos días al diario «El Mundo» en la que habló con la racionalidad propia de su gremio sobre el balompié femenino, las reivindicaciones de las jugadoras, sus derechos… hasta se puso patriota con lo del pico no consentido de Rubiales: «Tenían que haber besado la bandera nacional», dijo. Pero, en definitiva, lo que le ha costado el estadio al ex futbolista han sido sus referencias a que las mujeres no pueden ganar igual que los hombres jugando al fútbol puesto que no generan el dinero que generan los hombres, de la misma forma que él no cobraba lo mismo que Messi porque no era tan bueno como el jugador argentino. ¿Lo captan?
Visto así, le estarían hurtando su honroso nombre al estadio por haber dicho una verdad como un templo: efectivamente las mujeres no generan el mismo dinero que los hombres en el negocio del fútbol y por eso, difícilmente podrían ganar lo mismo y, en cuanto a él, aunque buen futbolista, estuvo lejos de la maestría de Messi. Sin embargo, y aunque la Wilkipedia dice se le retira su nombre al estadio «para poder comercializar» con un patrocinador, la justificación oficial de este revoleo toponímico ha sido la acusación de machista que recae en el exfutbolista tras hablar de la desigualdad de hombres y mujeres en el fútbol como algo natural y dejarlo ahí, sin más profundidades, como si fuera así por Ley natural. Una forma machista de entender la falta de igualdad real que el Ayuntamiento, con su alcaldesa a la cabeza, no podía tolerar.
Mosqueada con el asunto -¿quién no es machista en el mundo del fútbol?- y viendo que la Wilkipedia dice que se le retira el rótulo de «Alfonso Pérez» al estadio «para poder comercializar» con un patrocinador, se me ocurrió preguntarle al experto periodista deportivo, Tomás Furest, «bicho raro» como él mismo se define al declararse «feminista convencido»:
-«Alfonso lo que ha venido a decir es que lo que piensa muchísima gente: que hoy por hoy, las futbolistas aunque sean tan buenas como sus compañeros masculinos no producen el mismo negocio que los hombres porque estamos a años luz de la igualdad en este deporte. Pero el getafense ha sido muy inoportuno porque este no es el momento de acentuar las diferencias sino de buscar la igualdad y para eso están las instituciones», señala el periodista.
Puntualiza también Tomás Furest que el exfutbolista de Getafe, más que machista -que también-, es poco lúcido. «No ha dicho ninguna mentira pero no ha sabido matizar sus declaraciones», asegura. «En ese sentido, yo estoy convencido de que si se logra cambiar la mentalidad y las instituciones, federaciones y patrocinadores se deciden a apoyar el fútbol femenino con la misma repercusión que el masculino las futbolistas estarán en un grado cada vez mayor de igualdad con los hombres,» asegura.
Aclara también Tomás Furest algo que Alfonso Pérez Muñoz no debía de saber -como le ha ocurrido también a mucha gente, periodistas incluidos- y que ha podido inducir al exfutbolista a su «error» machista:
–«Ellas, las mujeres futbolistas, lo que han reivindicado siempre es un trato igual que el de los hombres a la hora de competir, es decir, por un lado disponer de las mismas ayudas médicas, psicológicas y fisioterapeúticas: por otro, disfrutar de idénticas garantías de seguridad, medios para competir, condiciones adecuadas y cómodas para viajar y poder afrontar los distintos partidos sin más estrés que el deportivo y, por último, el incremento salarial que han pactado ya por medio de su sindicato porque lo que ganaban era una miseria y no podían vivir», explica el periodista.
Ocurre que estas reivindicaciones, que sí ponen de manifiesto la enorme desigualdad existente en el terreno deportivo -del salarial ni hablamos-, han tardado en conocerse a pesar de las protestas de las propias jugadoras. «Los periodistas, dice Tomás Furest, no hemos sabido lo que venían exigiendo las mujeres futbolistas hasta que ha estallado el caso Rubiales porque no lo habían hecho público. Y, aunque lógicamente les gustaría, en ningún momento ellas han reivindicado ganar lo mismo que los hombres porque son conscientes de que en este momento, salvo el caso excepcional de algunas jugadoras de gran relevancia que militan en equipos de primera división, la inmensa mayoría de los clubes son muy modestos y apenas si pueden llegar a pagarles el salario mínimo pactado por convenio».
EL CASO RUBIALES: UN ANTES Y UN DESPUÉS
Es «la pescadilla que se muerde la cola» asegura el periodista sevillano: «No se les paga, no se las promociona, no generan ingresos, no se les paga». Sin embargo está convencido de que ha habido un antes y un después en la lucha por la igualdad en el fútbol tras el beso de Rubiales y que, «corresponde a toda la sociedad, pero sobre todo a los patrocinadores, que se promocione su juego y puedan avanzar hacia metas igualitarias también salariales como las que se han logrado en algunos otros deportes como por ejemplo el tenis».
Entre tanto, el destronado Alfonso Pérez Muñoz intenta salir de su maraña lamentándose de que se le juzgue «por no respetar la igualdad y los derechos de las mujeres» y para probar su inocencia nos muestra una foto suya de cuando fue Embajador de la Final de la UEFA Champions League Femenina de 2010, apoyando a la jugadora brasileña, Milène Domíngues, una de las primeras en alcanzar notoriedad mundial.
Por su parte, Ángel Torres, el presidente del Getafe C.F., se quiere ahora quitar la responsabilidad del cambio de nombre del estadio y le echa la culpa a la alcaldesa –«es cosa del Ayuntamiento», dice- a pesar de que lleva desde hace tiempo guardado en la manga un as con el nombre de un posible patrocinador para esponsorizar el nuevo «Coliseum», lo que no hubiera sucedido de mantener el rótulo del ex futbolista. Una interesante historia del cinismo machista y de su maestría en manejar los hilos del poder valiéndose, sin escrúpulos, incluso de aperos feministas.