POLVO ERES
.- Hoy, 14 de febrero, celebramos el Día de San Valentín que este año coincide con el Miércoles de Ceniza, el fin del Carnaval e inicio de la Cuaresma.
Por Mariquilla Laprimera
Estaba meditando tranquila y esperando que diesen por fin las doce de la noche de la jornada más cursi del mes de febrero, la más insufrible, hasta que me han apremiado de la revista para que hable ahora o calle para siempre porque, dicen, mañana será otro día. Felizmente, respondo, porque llevamos más de una semana de praparativos, anuncios y escaparates saturados de corazones, bombones, flechitas, calcetines, peluches, cestitas, mensajitos… que maldigo al Corte Inglés y a toda su casta por mucho que insista en que no ha sido el creador de fecha tan señalada.
Pero este año la conjunción estelar ha querido unirse al universo del agasajo amoroso y el 14 de Febrero nos ha llegado acompañado de un sonoro toque de diana, de un campanazo de materialidad envuelto en el celofán del Miércoles de Ceniza: Que se acabó el carnaval, que empieza la cuaresma y, por si no te has enterado todavía, que polvo eres y al polvo volverás.
Y así, mira por donde y, a la misma vez, hoy se unen la certeza de nuestra grandeza con la de nuestra miseria. Somos polvo, somos amor, y el mundo sigue. Los vamos combinando, subsistimos, ahora esto, ahora lo otro, hoy toco el cielo y mañana me hundo en la miseria. Si el amor triunfa la lía parda y si no, también. Hay quien lo encuentra a la primera y quien no lo cata ni por asomo, y si ya hablamos del polvo ni te cuento.
En eso sigo desde esta mañana, meditando sobre la grandeza del sentimiento amoroso, ese que dicen que mueve el mundo aunque yo no lo entienda. Me asomé al balcón y veía pasar a parejas de todo tipo, edad y sexo, también vi a uno muy diligente con un ramo de flores y detrás a otro con un papelón de churros. Amor, amor pueden ser los dos, me dije. ¿Polvo? ellos sabrán, seamos discretas. Mi vecina, más cumplida que un luto, me devolvió bien temprano a la realidad y no por verla en la ventana dale que te pego con el plumero, ni porque me felicitara por San Valentín y me recordara acto seguido que empezaba la Cuaresma, sino por sus sesudas cavilaciones: «Tú déjate querer, Mariquilla, y para de criticar lo del consumismo que es el San Valentín que nos va quedando«, me decía. «Después de tantos años ni tú ni yo estamos enamotradas de nadie y si me apuras, no sé si alguna vez lo estuvimos. A estas alturas ya no nos engaña ni el Corte Inglés, ¿No te das cuenta de que todo es química? ¡Y el polvo también!»