Por Mariquilla Laprimera
EL FEMINISMO COMO NEGOCIO
Desde que se destapó lo de las García estoy que no vivo. No quería ni hurgar en las páginas del Instituto de las Mujeres. Sabía que la ministra Ana Redondo había «pedido tiempo» y que en ese intervalo ya el PP había presentado en el Senado una treintena de preguntas al gobierno sobre Isabel García, y sus negocios con los «Puntos Violeta». Me daba muy mala espina, crecía el nerviosismo en Igualdad pero ella, Isabel, hasta ayer directora del Instituto de las Mujeres, se defendía con uñas y dientes: las acusaciones en su contra eran «infundadas, y las adjudicaciones de los contratos de los «Puntos Violeta»a las empresas Imber Consultoría de Igualdad S.L. y Elig que comparte con su esposa, Elisabeth García, son legales y transparentes».
– ¿Y entonces por qué preocuparse?
Porque no se lo creyó nadie y menos la ministra. De hecho, hoy ya aparece cesada por el Consejo de Ministros y Ministras como directora del I. de las Mujeres e incluso nombrada su sustituta, Cristina Hernández Martín, una señora de Ciudad Rodrigo, Salamanca, socialista, licenciada en Sociología y que venía trabajando como asesora en el ministerio de Bolaños. Figúrate que, nada más cesar a la directora, la ministra de Igualdad ha dicho que «se han hecho las cosas como deben hacerse». Y es que el negocio que Isabel García había puesto en marcha con su esposa a cuenta de los «Puntos Violeta» no es baladí.
-¿Y cómo se conoció este chanchullo?
En Valencia y en Madrid ya se comentaba pero los datos puros y duros los sacó a relucir El Español hace dos semanas. Según ese periódico, en los dos último años ayuntamientos socialistas de varias comunidades adjudicaron a las empresas de las García al menos 64 contratos públicos para la gestión de los «Puntos Violeta» y de un amplio catálogo de actividades contra la violencia de género. Habrían facturado unos 250.000 € desde que Isabel García fuera concejala socialista del Ayuntamiento de Xirivella (Valencia), hasta que llegó al ministerio de Igualdad a finales de diciembre del año pasado, después de ejercer como asesora de José Luís Ávalos en el ministerio de Fomento.
-Lo que le faltaba al ministerio de Igualdad… y al feminismo.
Y no es para menos, porque el patio no está para tantos escándalos y menos el feminista. Entre la división interna por la Ley Trans y el abolicionismo, los casos denunciado por el mal uso del dinero del pacto de Estado contra la violencia de género en una veintena de Ayuntamientos, los fallos en el sistema VioGén, y la violencia machista que sigue aumentando… a una se le caen los palos del sombrajo al conocer estos escándalos en un ministerio que a duras penas se repone del daño causado por los efectos negativos de la Ley del Sólo Sí es Sí. Lo último que le faltaba es que se utilizara ahora para hacer caja. Vamos, que haya directivas con pretensiones de lucrarse a costa del feminismo.
– ¡Menudo regalito le acaban de hacer García & García al machismo!
Eso sin contar el sarcasmo de algunas colegas… A degüello ha entrado contra las socialistas la anterior ministra, Irene Montero: «Para eso querían Igualdad, para hacer estas poolíticas feministas», ha dicho. Y desde el colectivo LGTBI ni te cuento. Mar Cambrollé, una de sus lideresas, hoy habrá respirado tranquila porque ha sido una de las más críticas con Isabel García. La acusaba de tránsfoba y ha llegado incluso a recurrir su nombramiento en los tribunales.
-¿Y Sumar qué ha dicho?
Más o menos lo mismo pero guardando las formas. Aunque lo que sí parece claro es que desde el primer momento han impulsado el cese de la ya ex directora del Instituto de las Mujeres.
-Pues ojalá Cristina Hernández ayude a mejorar la imagen del Instituto y del feminismo
…Eso, y podamos olvidarnos de una vez de los «conflictos de intereses» que tanto daño hacen a la clase política, especialmente cuando se le descubren.