-Por Raquel Domínguez Martín.
.-«Mis queridas y admiradas Mujeres del Sur: quiero, de momento, contaros mi historia deportiva, que sigue viva, con nuevas aventuras y ganas de vivirlas».
«Ethnografía de un ángel sin alas» puede ser el titulo de un libro que en un futuro espero poder escribir, sin pretensiones de ser inspiración ni ejemplo de nada. Porque es precisamente la palabra “superación“, que va tan unida a las personas con discapacidad que queremos hacer algo o lo hacemos, una de las mayores piedras que podemos encontrarnos en el camino, puesto que, a fin de cuenta, te hace parecer que eres alguien admirable, que consigues logros constantemente, pero en realidad no nos hace cercanas, nos mantiene alejadas de lo cotidiano, del acceso a trabajos en empresas ordinarias. Por lo tanto, es otra forma de impedirnos nuestro desarrollo humano, como bien explico el Nobel de economía Amartya Sen en “La pobreza como privación de capacidades, en Desarrollo y Libertad”.
Con sus brazos atornillados por una discapacidad degenerativa, Raquel Domínguez (Sevilla, 1973) es una paratriatleta que ha sido campeona del mundo (2016) y dos veces campeona de Europa (2017 y 2018) de paraduatlón. También es campeona de Europa en Acuatlón (2018) y 13 veces campeona de España de natación, además de varios campeonatos de Andalucía.
Creo que las personas que vivimos somos todas aquellas que queremos mejorar, avanzar, al compás de situaciones que en cierta medida significan nuestra vida, porque yo no creo en Super Hombres ni Super Mujeres, sólo en gente que tiene Ganas.
Yo no nací enferma, fue a los 12 años cuando me apareció un fuerte dolor en el brazo/hombro derecho y, después de meses y pruebas, les dijeron a mis padres que sufría una Idiopáticaosteopatía bilateral (me aparecería también en el izquierdo). Es curioso porque cuando eres niñe cualquier obstáculo y piedra del camino se convierte en
algo bueno, lúdico, saca nuestras ganas de descubrir, conquistar, pero con el paso del tiempo vamos perdiendo a ese niñe y nos transformamos en adultas grises que solo alcanzamos a ver el sota, caballo y rey, sin contemplar todas las posibilidades que tenemos a nuestro alrededor como hacen los más pequeñes. Y es que hay una palabra que empieza a delimitar ese camino, esa mirada: la toda poderosa “Normal “.
Pero yo me pregunto y os pregunto, ¿qué es normal y qué no lo es?
Para mi era normal ir todos los días al hospital durante años, para vosotras es normal
llevar mascarilla, ¿desde cuando? Esa línea es demasiado delgada. De lo que se trata es de que da igual dónde estés en esa línea, todas somos necesarias y valiosas y tenemos que trabajar para ser esos pequeños eslabones de la gran cadena que lleva al éxito bien
entendido, a la sostenibilidad de la sociedad en la que todas las personas tenemos algo que aportar, decir etc.
Por eso digo que yo pasé una infancia normal con colegio, deporte y de 1 a 2 horas en el hospital, dependiendo de la evolución de la enfermedad. Fue a los 19 cuando la Idiopática me golpeó e hizo su aparición en el brazo izquierdo. Entonces, además de ir al hospital, empecé a operarme sin parar (26 veces ) o dicho de otra manera 37 años conviviendo con la enfermedad y la discapacidad que ha supuesto (artroescapulectomía bilateral).
Es curioso, cuando le cambia a alguien la vida con rotundidad sea por lo que sea, enfermedad, divorcio, te quedas sin trabajo o te sale en el otro extremo del país, en definitiva, cuando se mueve todo eso que crees que “controlas”, todas pasamos por lo mismo, una especie de duelo, como cuando se muere ese ser querido, la rabia, la ira, el famoso ¿por qué a mí? Un montón de preguntas que no tienen respuesta, porque dependerá de nosotras que ese duelo se convierta en un límite, que sería quedarnos en él sin ver más allá de nuestro propio dolor y que muchas veces nos impide contemplar que nadie sufre sola. Si tenemos esa sensación tal vez tenemos la mirada dirigida a nuestro ombligo.
Llevaba 7 operaciones cuando mi médico me dijo que tenía dos malas noticias: la primera que ya estaba descartada mi cura. Ni aquí, que tenemos grandísimas unidades de traumatología, ni en Massachusetts donde esta la clínica más importante del tren superior, ni en Houston, ni Francia. La segunda, que no se sabía que pasaría conmigo, pues soy la única a la que le han hecho una artroescapulectomia bilateral y seré, por eso, la que marque como se desarrollará esa técnica.
Fue ahí donde peor me lo pusieron cuando yo creía ver una luz, que no era más que las ganas de salir victoriosa de esa situación. ¿Cómo saldría? no lo sabía porque no me iba a curar, pero en esos momento me negué a que eso fuera mi vida (operarme, operarme…). Sabía que si quería que las cosas cambiasen algo tenía que hacer.
Yo ya no era la de ayer: me apoyé en algo muy sencillo y que no siempre utilizamos. Primero en Sonreír, una arma con mucho poder como dijo Madre Teresa de Calcuta,
ver la botella siempre medio llena por muy mal que lo pasemos y, ojo, hay muchísimas personas que están viviendo situaciones durísimas, pero son botellas medio llenas. Lo bueno de eso es que podemos volverlas a llenar, ofrecer de beber a otras o dar un profundo trago, es un poco nuestra “obligación” como pequeño eslabón de la gran cadena: delegar, confiar en otras, darte, ver la vida de manera positiva. Eso no me costó tanto como lo segundo, que fue Respetarme ¿lo hacemos de verdad o llevamos mascaras que nos alejan de ser una misma?.
Yo llegue a no respetarme porque había pasado esa delgada línea: me dieron un certificado que decía que era “Minusválida “.¿Era menos valida? Cierto que me tenían que ayudar a lavarme la cabeza, ponerme medias, a… etc. Pero esta discapacidad me enseña cosas muy valiosas, como preguntar cambiando el orden de las palabras y en este caso me “decía” que yo necesito de otra, pero ¿hay alguien que no necesite de otra? (pequeños eslabones de la gran cadena). Con esas dos herramientas me dije ¿y ahora qué?
Pensé en el deporte no solo por sentirme bien físicamente sino por marcarme un objetivo, un proyecto fundamental.
Porque es de esa forma como nos centramos en conseguir las objetivos y si es en equipo más aún. Tenemos que ser sinceras cuando debemos hacer muchas cosas o queremos hacerlas. ¿Cuántas hacemos? normalmente se suman a la lista de ese tintero.
Aposté por la natación y el objetivo, nadar a mariposa, no sería fácil sin mover los
brazos, pero conseguí ese movimiento ondulatorio que se requiere:
Fui campeona de Andalucía en 50m mariposa, braza, estilos y campeona de España durante varios años en 50m mariposa y 200m estilos en mi categoría.
Después me pasé al atletismo en donde logré ser 3 veces campeona de España en 100 y 200m. lisos, además de campeona de Andalucía en marcha atlética. Muchas me decían que ¿por qué cambiaba si en natación estaba entre las 10 mejores del mundo incluso con mínimas para una Paralimpiada?.
Y es que no se trata de que cuando llegas a un sitio ya no lo valoras y cambias, sino de que en ese camino has aprendido y sigues sin miedo a los cambios, que son lo único cierto que tenemos. Cuanto mejor aprovechamos el danzar de ello mejor avanzamos. Miguel Delibes, en “La Partida”, decía que ¿Por qué cuando sabes nadar y dejas de mover los brazos no te hundes y sino sabes te ahogas? Y dijo, “es que el miedo pesa demasiado”. Y es que el miedo nos avisa de que puede haber un peligro, pero la mayoría de las veces en nuestro día a día nos habla de que algo es importante, de que tenemos un salto fuera de eso que vemos como seguro, es una apuesta por nosotras mismas y eso da vértigo.
Después de esas disciplinas me fui a la larga distancia: maratones, carreras de ultradistancia (más de 80km). De esto ultimo quiero contaros algo muy bonito y valioso que viví: fui la primera mujer con discapacidad que terminó los 101 km de Ronda, pero lo que quiero compartir es que hubo un legionario que nos gritó durante las 24h que dura la prueba, una frase: «Sois muchos los llamados, pocos los elegidos”. Al principio, por lo pintoresco del sargento nos sonreíamos ante su grito, pero en la madrugada experimenté lo que ello significaba, ¿seria yo una elegida, lo conseguiría, muchos estaban cayendo?
Y es que hay cosas que no se tienen, se sienten: tú te sientes elegida, tú te sientes afortunada aunque no tengas fortuna
Casi terminando la prueba en el km 94 vi una imagen que me impactó: había 4 chicos como 4 castillos llorando, nunca había visto a nadie llorar así. En esos momentos se me pasó por la cabeza una frase que me repetí como un mantra, “quiero ser como ellos” y es que eran unas personas que lo habían dado todo y ante eso sólo te puedes quitar el sombrero.
¿Conocéis a alguien que lo da todo? ¿vosotras lo dais o dejamos algo para mañana? ¿pero mañana existirá alguien que lo pueda asegurar? Hoy siempre es el mejor día. Alguien dijo “ que la vida es cada día en miniatura”. Todas las personas tenemos grandísimas cosas dentro, ya dije que no creo en super héroes ni heroínas, sino en las que lo dan todo.
Después mi pasión la puse al servicio del Triatlón, una disciplina super divertida y muy
accesible para todas por las diferentes distancias que se pueden practicar.
Tengo que decir que conseguí ser campeona de España en triatlón, acuatlón, duatlón, campeona de Europa también varios años en duatlón y una en acuatlón, e incluso campeona del Mundo en duatlón, pero de estas experiencias quiero destacar qué me llevó a colaborar en Etiopía en la parte del Tigray, con Proyecto Visión Sur. Una ONG que opera la ceguera evitable que padecen por la poca y mala calidad del agua. Entre otras cosas, allí quedarse ciega supone la muerte, pues viven del pastoreo y de poder ir a buscar ese agua.
Necesitaban un nuevo microscopio quirúrgico y me fui con ellas para visibilizar su trabajo y todo lo que allí acontecía realizando una duatlón por esas castigadas pero bellas tierras, (al final se consiguió el microscopio gracias a la Fundación Unicaja y se compró material con la generosidad de las donaciones) cuando estás en un lugar así no sabes cómo expresar lo que ves, lo que sientes, pero lo voy a resumir en que, pasara por donde pasara, las gentes compartían su injera (lo poco que comen). Justo en ellas, que sí saben lo que es una botella medio vacía, pude ver a quienes se les agotó y perdían el hilo de plata de la vida. Y es que allí te enseñan que,
“No que tienes que ser la mejor del mundo sino la mejor para el mundo“.
Yo fui la mejor del mundo, tengo una medalla que lo dice ¿y? nada pasa, nada cambia, pero intentando poner lo mejor que tengo para mí mundo por pequeña que yo sea, la cosa es muy diferente.
En estos momentos sigo enredada con nuevas ilusiones como el parakarate y el tándem de
montaña (yo voy atrás lógicamente, pero tengo que deciros que la persona que va detrás es la que imprime la fuera y el ritmo aunque se suele pensar que “te están llevando” por no manejar el manillar). En definitiva, centré mi vida en todo lo que tengo y puedo y así conseguir o al menos intentar, aquello por lo que apuesto y creo.
¿Y vosotras dónde centráis vuestra vida, en lo que no tenéis o podéis?
Es cierto que nos encontraremos miles de obstáculos en el camino pero son eso, obstáculos que tenemos que sortear y enfrentar, y que sólo se pueden convertir en un
auténtico límite cuando nos lo ponemos nosotras mismas.
Beso dulce.
Otro beso para tí. Porque es todo un honor contar con Raquel Domínguez en la crítica deportiva feminista de Mujeres del Sur. Raquel es una mujer excepcional que, además de paratriatleta campeona del mundo, ha sido de las primeras de la historia con discapacidad en correr maratones y triatlones. Además, es actriz de doblaje y cooperante internacional ¡Bienvenida a M.S.!