Por Paula Gómez Rosado
FELIZ VUELTA A LA NORMALIDAD, con esa felicidad que da reconocerse en las costumbres, aceptar los retos que los días nos ponen y lograr superarlos o intentarlos de nuevo. Con esa felicidad que nace de sentirnos a gusto en nuestra propia piel y nos impulsa a compartir/cuidar/dar/disfrutar con/ a/de los otros.
FIN DE LA FIESTA
El bullicio se apaga de un golpe sin aviso
como los actuales aparatos electrónicos
que responden al dedo sobre el interruptor
y aquello que durante algunas pocas horas
fue el centro de la vida en la ciudad o el barrio
que promovió el derroche de todos los bolsillos
en dinero constante
en alegría festiva
como traca final de fuegos artificiales
iluminaron los cielos las luces de colores
congregaron a gente de todos los linajes
celebrando ese rito con todos los honores
como el año pasado
como nuestros abuelos
es como un espejismo en medio del desierto
que supone la vida en los meses de frío.
El estruendoso ruido con sus efectos ópticos
nos viste el breve tiempo con almas infantiles
que olvidadas dejamos al fondo del armario
un toque casi fortuito
un roce al viejo mando
la coloca de nuevo con su suavidad tierna
para gozar momentos sin pensar el final
por eso cuando estalla el último cohete
quedamos en tinieblas sin luces ni horizontes
y como drogadictos en busca de su dosis
perseguimos con saña
los días del calendario
en busca de otro rojo que brille con luz propia
justo cuando aún vamos camino a nuestra casa
el rictus en la boca
el vacío en el alma
en el metro hacinados cada cual en su mundo
o cansados de andar con dolor en los pies
pretendiendo seguir con el traje de fiesta
por calles que a esa hora ya se visten de diario.
Paula Gómez Rosado es escritora y feminista.
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