Por Rosalía Romero Pérez
Hannah Arendt (Hannover, 1906-Nueva York, 1975) ha contribuido de forma decisiva al esplendor del pensamiento político del siglo XX porque ha dado a luz importantes investigaciones y análisis voluminosos sobre distintas problemáticas, entre las que nombraré el colonialismo, el imperialismo y el racismo. Y hay mucho más: una parte importante de su obra estaba inédita cuando falleció, y va publicándose poco a poco.
En la filosofía política de esta grande del pensamiento se encuentra analizado el problema de las poblaciones apátridas del siglo XX, y ante la situación de absoluta desprotección, H. Arendt escribe un artículo titulado “Hay un único derecho humano”, donde explica el sentido de el derecho a tener derechos. Este artículo será integrado unos años después en su monumental obra Los orígenes del totalitarismo (1951). Entre otras muchas cosas, nos enseña que el lenguaje de los derechos humanos no debe estar vacío de fundamentación. En un mundo en el que se cometen tantas atrocidades en nombre de la “libertad”, Arendt nos acompaña para responder a cuestiones tales como si es posible pactar la propia esclavitud. Es posible, sí, pero no es legítimo ni deseable. Además, con Hannah Arendt se aprende cuán necesarios son los tratados internacionales que protejan los derechos humanos. En su obra política se critica el estadocentrismo de los estados-nación. Llevado su planteamiento a la actualidad, nos ayuda a ver la contradicción en la que ha incurrido la europeísta Ministra de Justicia de España, Pilar Llop, al llevar a prisión a María Salmerón, mujer sevillana víctima durante varios lustros de violencia de género, y denunciada por su maltratador (que dicho sea de paso no ha pisado la cárcel) por proteger a su hija, no respetando los vínculos con Europa, como ya señalara la Asociación de Mujeres Juezas de España, alegando la lealtad a una ley decimonónica que todavía regula el indulto en nuestro país.
La hermenéutica feminista de la obra de Arendt es periodizada por etapas. Destacaré que desde el inicio la crítica señaló la despolitización absoluta del mundo privado que Arendt plantea como un desiderátum en La condición humana (1958). Ello, obviamente, entra en contradicción con la tesis feminista de “Lo personal es político”, como en una época temprana ya señalara Adrienne Rich. No obstante, en fecha más reciente se reconoce la utilidad de la tesis arendtiana cuando plantea que lo humano requiere que toda persona tenga derecho a acceder al mundo público en igualdad con otros seres humanos, y ello exige una condición: tener un espacio propio en el mundo privado, en el mundo familiar. Como podemos observar esta condición de la propuesta política de Arendt es de sumo interés porque nos conecta con un planteamiento del feminismo en el que tantas de nosotras nos hemos reconocido cuando hemos leído Una habitación propia de Virginia Woolf; o bien cuando hemos sentido la necesidad de un lugar íntimo en nuestro propio hogar. Recordemos que la colonización de la intimidad es una terrible forma de violencia de género.
Siguiendo con la lectura feminista de su legado, señalaré la llevada a cabo a partir de su publicación en 1957, Rahel Varnhagen (1771-1833). Vida de una mujer judía, donde se trata la cuestión del asimilacionismo o cómo se adoptan, en los procesos de emancipación, los valores y patrones de conducta de quien domina. Al respecto, recordaré las consideraciones de Barbara Ehrenreich, in memorian, ante las fotografías de las mujeres del ejército estadounidense en la invasión de Irak, en las que de los siete soldados acusados de cometer repugnantes abusos en Abu Ghraib, tres eran mujeres. Barbara Ehrenreich escribió: “En breve, necesitamos un tipo de feminismo que aspire no sólo a integrar a las mujeres a las instituciones que los hombres han creado a lo largo de los siglos, sino a infiltrarlas y subvertirlas”. Y entre sus conclusiones destaca la de que el útero no sustituye a la conciencia. Aquí radica, en una parte importante, la suma riqueza de la herencia de Hannah Arendt, en cuya obra continuamente se encuentran claves para despertar la conciencia humana.
La herencia que nos ha dejado Hannah Arendt abarca una amplia temática, si bien el racismo como ideología ocupa una notable extensión en la totalidad de su obra escrita. Justamente como el racismo infrahumaniza a las consideradas razas inferiores, se encuentran en los análisis de los mecanismos de infrahumanización analogías con la situación de las mujeres en diferentes sociedades. Y, por ello, aunque Hannah Arendt no se definía feminista, en su legado se encuentran herramientas de gran utilidad para analizar y deconstruir este complejo sistema llamado patriarcado.
Rosalía Romero Pérez es filósofa, profesora y escritora
Differenz. Revista internacional de estudios heideggerianos y sus derivas contemporáneas, ha dedicado su número anual a Hanna Arendt, en un monográfico publicado en julio 2022: https://revistascientificas.us.es/index.php/Differenz