DECENAS DE MUJERES PODRÍAN DIRIGIR EL CONCIERTO DE AÑO NUEVO AUNQUE LO NIEGUE EL DIRECTOR DE LA FILARMÓNICA DE VIENA
.-Daniel Froschauer dice que aún no es el momento de que lo dirijan porque hay que ser «un artista consagrado y con mucha experiencia».
.-Franz Welser-Möst, director del Concierto de este año, piensa lo mismo y lo justifica añadiendo que se trata de una función que requiere»soportar una gran presión».
Por Sara Lagos
Las mujeres que llevan la batuta en el mundo de la música tienen una historia reciente. Si la niebla de la atmósfera patriarcal era intensa para compositoras o intérpretes de épocas pasadas, en lo tocante a las directoras de orquestas la invisibilidad ha sido absoluta porque sencillamente no existían. La sociedad no pudo disfrutar de la intensidad y de la pasión de la música dirigida por mujeres hasta principios del siglo XX y sólo el machismo explica que nadie hasta entonces percibiera su forma de captar la esencia de las obras, marcarles el ritmo e inspirar las partituras en un colectivo musical de calidad.
Pero lo insólito es que en 2022, más de un siglo después, haya quién todavía recurra a la retórica para desetimar la capacidad profesional femenina y el potencial artístico de las mujeres tal como ha hecho con todo desparpajo el director de la Orquesta Filarmónica de Viena. Tradicionalmente, esta agrupación musical ofrece siempre el 1º de enero el recital de música clásica más popular del mundo, el llamado Concierto de Año Nuevo que se transmite desde la Sala Dorada del Musikverein de Viena a una audiencia potencial de 1.000 millones de personas de más de medio centenar de países.
Así se viene haciendo desde hace 83 años sin que hasta el día de hoy lo haya dirigido ninguna mujer, lo que según el director de la Orquesta, Daniel Froschauer, se debe a que hay que ser «un artista consagrado y con mucha experiencia» para poder hacerlo. Habrá por tanto una directora cuando él considere que «ha llegado el momento», un trance para el que se supone le habrá dado tiempo de aprender a pronunciar el femenino y de entender que la batuta en el siglo XXI ya no es sólo cosa de hombres.
Hace un siglo eran noticia las valientes que se atrevían a subir al podio para dar las órdenes que tenía que ejecutar la orquesta, como fue el caso de Antonia Brico, nacida en Rotterdam (Países Bajos) en 1902, por ser la primera mujer en dirigir la Berliner Philarmoniker y la New York Philharmonic Orchestra.
También el de otra pionera, su colega rusa Veronika Dudarova, (Bakú 1916- Moscú 2009), directora durante casi 30 años de la Orquesta Sinfónica Estatal de Moscú, fundadora de la Orquesta Sinfónica de Rusia (1991) y Guiness de los Records por ser la única mujer que ha dirigido orquestas durante más de 50 años.
Pero es inconcebible que hoy las directoras de orquesta sean titulares de los medios de comunicación por concepciones atávicas como las formuladas por el responsable de la Filarmónica vienense. Quiera equiparar a «los directores» del popular concierto con los «grandes maestros», pero aunque lo fueran les niega indirectamente la «gran maestría» a las mujeres cuya formación, capacidad y potencia en la dirección de orquestas en estos momentos es innegable.
Tampoco funcionan los argumentos dados en la misma línea que Froschauer y en la misma rueda de prensa, por el director de la popular función de 2023, Franz Welser-Möst. Hablamos de píldoras tan extravagantes como sorprendentes en boca de artistas de la talla de este músico que a sus 62 años, es la tercer vez que dirige el concierto:
–«La exposición y la locura que acompañan a este concierto es peligrosa», dice. Argumento paternalista sólo eficaz para mandar a las mujeres a sus casas .
-«Necesitas a alguien que sea un artista consagrado y con mucha experiencia con nuestra orquesta. Hace falta que se desarrolle una relación entre esta orquesta única y el director, que se entiendan mutuamente, antes de ir a este realmente difícil concierto. No es un tema político, es un tema artístico». Muy artístico, sí.
No lo dirá por su colega, la directora Ana Manson (Búffalo, Nueva York, 1961), que sabe perfectamente lo que es la Sinfónica de Viena porque la dirigió en 1994, siendo así la primera mujer en hacerlo y encima con gran éxito de crítica y público. De ella se habla como directora «pasionalmente intensa” y “emocionante”, con un gran «sentido de la espontaneidad y naturalidad”. Manson ha dirigido además numerosas orquestas por todo el mundo como la Filarmónica de Londres, la Royal Nacional orquesta de La Haya, la orquesta de Cámara de Suecia, la orquesta de Singapur, la orquesta de Islandia y asiduamente es invitada a dirigir otras muchas corporaciones musicales.
Tampoco debe de haberse referido en sus elitistas y machistas palabras Franz Welser-Möst a la arpista Anna Lelkes, artista que se pudo hacer miembro en 1997 de la Sinfónica de Viena después de llevar tocando con esa orquesta más de veinte años. La primera en la historia de la prestigiosa formación musical que desde su creación en 1842 apenas si está integrada por un 10% de mujeres.
– «Hay que soportar una gran presión», dijo Welser-Möst para redondear su razonamiento machista. Cómo lo sabe. Igual de bien que el resto de la sociedad constata que las muchas críticas que ha venido recibiendo la Filarmónica de Viena por su tradición sexista y racista tienen su fundamento.
Supongo que ya le habrán recordado a Froschauer y a Welser-Möst que las mujeres han llegado para quedarse en su masculino y machista mundo musical. Pero ellos se atrincheran en ese oscuro desprecio patriarcal porque cuentan con que aún son muy pocas y bastante desconocidas. Y es cierto. Es difícil verlas en los escenarios o encontrarlas en las redes, pero ninguna altanería machista puede negarles su profesionalidad, su alta cualificación y mucho menos obviar el estatus que decenas de ellas se han ganado en la cima de la dirección a escala mundial:
Mujeres todas ellas figuras relevantes de la dirección de orquestas, instaladas en la excelencia y mundialmente reconocidas por su capacidad profesional y artística. Expertas profesionales acechadas por la cultura patriarcal y víctimas de su reflejo en el mundo de la música en el que las órdenes, como en tantos otros ámbitos, las siguen todavía dando los hombres. Unos auténticos artistas también de la misoginia, amparados en su consideración de élite musical europea, que se resisten como gatos «panzarriba» a compartir «su» varilla de mando con mujeres de, al menos, su misma categoría filarmónica.
Sara Lagos es periodista de Mujeres del Sur