VOLANTES EN EL CIELO
Por Nani Carvajal
Hoy el cielo amaneció entre volantes, unos al hilo, otros al bies, todos cortados con destreza, como solo ella sabía hacerlo. Volantes que el viento reconoce y mueve entre las nubes a las que, seguro, ya tomó medidas, les marcó las pinzas y les trazó una caída perfecta. Y es que desde hace horas, por allí arriba, alguien enseña a las estrellas a iluminar con elegancia, a respetar con su brillar el lenguaje secreto de las telas. Alguien que ha instalado en un rincón celeste una mesa de trabajo etérea con bobinas que nunca se acaban, tijeras silenciosas y dedales invisibles. Una rubia muy guapa, dicen, que cose calma en la eternidad con las mismas manos que en la tierra dominaban agujas, corregían dobladillos en el último momento y ajustaban costuras. La mujer que hacía magia con alfileres, transformaba retazos en belleza y sueños en prendas para andar por el mundo.
Ella, Lucía Hernández-Franch, la diseñadora sevillana que creaba vestidos impregnados de historias, nos ha dejado. La despedimos el día de la Lotería, justo cuando el mundo hablaba de suerte, de números cantados al viento, de boletos premiados pero también de resignación y de fortunas que no caben en un décimo ni se miden en premios. Y así lo comprobamos entre abrazos y llantos, solo consolados por la ventura de haberla tenido, disfrutado como amiga, admirada como profesional y querida como familiar, esposa o madre.
Y la suerte cayó en el cielo. Allí donde ella sabía que alguna vez subiría aunque no tan pronto. En ese edén al que nadie llega con las manos vacías y ella además lo hizo con exceso de equipaje. Con un embalaje forrado de maestría artística, esa que hace andar a los maniquíes, hablar a los pliegues y soñar a los volantes, y que sustenta el mayor de sus tesoros cosido puntada a puntada: el amor a las cinco vidas que eligió cuidar. Tres nacieron de su sangre, dos de su solidaridad abierta al mundo y ella, sin importar el origen del hilo, supo unirlos con el mismo cariño demostrando que la familia no se hereda, se construye con amor y valentía.
Pero Lucía Hernández-Franch también tejía palabras con la misma delicadeza con la que cosía. Escribía sobre lo que le apasionaba, artículos e historias que hemos tenido el privilegio de publicar en estas páginas de Mujeres del Sur. Le gustaba rescatar del silencio a mujeres históricas, invisibilizadas. Las vestía de memoria, las sacaba del olvido y las devolvía al presente con justicia y respeto.
Lucía se fue con su dedal invisible, una pluma entre las manos y su inmensa solidaridad. Aquí nos quedan sus hilos, sus telas dobladas, sus palabras escritas, las risas pasadas y el ejemplo de una gran mujer que sabía vestir cuerpos, contar historias y sobre todo, abrazar almas. Cuando veamos que el cielo se mueve como una falda al caminar sabremos que ha instalado su elegancia, y si danzan las nubes, que revolotean sus volantes. Que sepa nuestra celestial y querida colega que desde Mujeres del Sur, su familia literaria y periodística, permaneceremos atentas al firmamento y que en estas páginas se custodiará su presencia con la misma generosidad que ella tan amablemente siempre nos brindó. ¡Hasta siempre, amiga!
Nani Carvajal, en representación del colectivo de mujeres y hombres que hacemos «Mujeres del Sur».
Lucía Hernández-Franch en Mujeres del Sur:
https://https://mujeresdelsur.es/christine-de-pizan/
https://https://mujeresdelsur.es/mary-ward/
https://https://mujeresdelsur.es/a-mi-nieta-maya/
https://https://mujeresdelsur.es/una-de-indias/
https://https://mujeresdelsur.es/iran-la-rebelion-del-velo/
https://https://mujeresdelsur.es/la-cara-de-santa-teresa/