
LA PIEL UTÓPICA
Por Amparo Díaz Ramos.

Soy de Triana, con lo que para mí cambiar las palabras yo misma y escuchar las palabras cambiadas por otra persona, es una suerte, casi como una virtud, algo así como ser capaz de coger un vuelo que te lleva a un lugar imprevisto o a una música desconocida. No todo el mundo puede, hay quién está amarrado o amarrada al suelo por el peso de la perfección lingüística. Si a eso sumas que en cuanto aprendí a hablar me planté en lo que a reglas se refiere, yo creía que ninguna transformación de una palabra o torsión de una frase me iba a asustar.

Y sin embargo sucedió por obra y gracia de una cliente que tenía un poder transformador mucho más elevado que el mío y que llegaba a aturullarme. Me sentía yo como perdida entre sus quejas con tantos puentes hacia significados insospechados. Y muy a mi pesar iba pensando cómo podría conseguir que en un juzgado le prestaran atención a quién no solo quería que se protegiera a su hijo, algo que ya de por sí suele levantar ampollas, sino que no se sabía bien si hablaba un castellano antiguo o una mezcla de distintos idiomas.

Mientras yo la imaginaba ya en la Sala del Juzgado intentando responder a las preguntas, además con gran vocación de monologuista, ella seguía detallando ante mí lo que le pasaba a su hijo de seis años, que es muy amariñoso, por culpa de la falta de atención de su padre, que es menticobarde. Sus palabras libres se extendían a un lado y a otro, y sin embargo, era tan veloz la sucesión de mezclas y torsiones que no me daba tiempo de engancharme a ninguno de sus extremos. Atisbaba a darme cuenta de que lo que estaban viviendo ella y su hijo no podía explicarse con los verbos ordinarios, y había que crear otros. ¿Pero serían capaces los juzgados de prestar atención a quién usa palabras nuevas?
En un momento dado dijo, con gran pesar:
–«Me frustreso, me frustreso todo el tiempo«.

Y la vi claramente brillando ante mí, una madre día a día luchando porque su hijo estuviera bien cuidado y, sin conseguirlo, ahogándose entre la frustración y el estrés y a la vez resurgiendo cada día. ¿Pero la vería alguien más en un Tribunal?

Entonces dijo algo que me hizo volar y recordar:
-«Mi hijo es utópico, tiene piel utópica.»
– «Yo también soy utópica»-le dije-. «Vamos a hacer que te escuchen».
Amparo Díaz Ramos es abogada especialista en violencia de género.
Más de Amparo Díaz Ramos en Mujeres del Sur:
https://https://mujeresdelsur.es/arti-cuento/
https://https://mujeresdelsur.es/amparo-diaz-ramos-abogada-especialista-en-violencia-de-genero/
https://https://mujeresdelsur.es/el-mito-de-la-madre-pesa/
https://https://mujeresdelsur.es/fp50-para-ir-al-juzgado/
https://https://mujeresdelsur.es/los-juzgados-y-la-ley/
https://https://mujeresdelsur.es/el-misterio-de-los-calcetines-voladores/
https://https://mujeresdelsur.es/educar-para-la-igualdad/
https://https://mujeresdelsur.es/ahora-le-llaman-feminazi-a-cualquiera/
https://https://mujeresdelsur.es/feminol-masculinol-y-nuevonol/
https://https://mujeresdelsur.es/mujeres-de-premio/
https://https://mujeresdelsur.es/caso-errejon/
https://https://mujeresdelsur.es/se-inicia-la-reforma-de-la-ley-del-solo-si-es-si/
https://https://mujeresdelsur.es/me-too-sur/
https://https://mujeresdelsur.es/los-acosos-del-pasado-y-la-prescripcion/
https://https://mujeresdelsur.es/el-conazo-del-lenguaje-no-sexista/
https://https://mujeresdelsur.es/medallas-de-la-ciudad-de-sevilla/
https://https://mujeresdelsur.es/solo-si-es-si-lo-dice-la-ley/
https://https://mujeresdelsur.es/colegio-de-la-abogacia-ya/